Entre Ríos - día uno - 08/03


Tuvimos que negociar. Primero nos íbamos a levantar a las 6 AM para salir a las 7. Pero como nos fuimos a dormir 0.30, acordamos levantarnos a las 7. Había tanto que preparar, deayunar, bañarse y dejar acomodado, que arrancamos recién a las 9, contra todo consejo, a causa del tempranero calor entrerriano, y de que en la ruta no habría sombra.
Mi cuñado nos indicó el camino de la forma más directa para que no nos perdiéramos, dijo. No nos perdimos, es cierto, pero fuimos la mitad del camino hasta la ruta por calles contramano. Lejos de pasar desapercibidas, estábamos en un pueblo de 15 mil habitantes, con chaleco reflectivo, un casco azul y uno rosa, y una bici que hacía un sospechoso ruido en el piñón cuando no pedaleabas (la mía).
Toda una aventura iniciarse con bicis no preparadas para el cicloturismo. Lo gracioso de mi bici es que casi no frenaba, pero a la vez me obligaba a pedalear o soportar el ruido, motivo por el cual las bajadas requerían de una gran coordinación. Igual recomiendan los expertos no dejar de pedalear ni en bajada porque si no, después es más difícil retomar el ritmo, así que estaba bien ser obligada.
Salir a la ruta fue una muy linda sensación. Esta chica gritó ayyyy me gustaaa!!!!! Y después dijo que se sintió muy chiquita de pronto. El viaje fue un placer. Están construyendo una autovía, así que había una gran ruta aún no habilitada por la que transitamos solas y felices, y sólo por momentos teníamos que ir por la ruta.
Cumplida una hora y media, recordamos que había que parar una vez por hora, y paramos a descansar y elongar en la única sombra que apareció mágicamente. Para cuando volvimos a pedalear, pasaron menos de diez minutos y frescas como una lechuga llegamos al camping El viejo Molino. Estábamos más cerca de lo que creíamos!
Fueron dos horas de viaje, seguidas de un baño en el río, unos sustanciosos sandwiches de atún, tomate y quesitos cheddar del día (altamente recomendables). Panza llena y corazón contento, dormimos una siesta sin más colchón que nuestros chalecos reflectivos (para evitar que nos pique el pasto). Nada nos impidió pasar dos horas durmiendo junto a nuestras cosas y "nuestras" bicis como si estuviéramos en las camas más cómodas del mundo.
Pasadas las cuatro llegó mi hermana con carpa y demases, y después de otro baño en el río y unas facturitas armamos la carpita oficialmente por vez primera. Como terminaba el fin de semana largo, el camping felizmente se vació completamente, así que conseguimos maderas y carbón que sobraban de otras parrillas, y cuando se hizo de noche nos dirigimos felizmente a la proveeduría a comprar pollo. $20 el kilo, y tenías que comprar el pollo entero, el más chico de 2,5 kg, además, claro, de alquilar la parrilla. Me negué y terminamos comiendo unas milanesas hechas a $40 el kilo, lo que resultaba mucho más simple y accesible. ¿El acompañamiento? Pan negro y zanahoria cortada en tiritas, un tomate, y los tres quesitos que nos quedaban.
Los perros del camping no vinieron a pedir comida, ni a robar, estaban empachados del fin de semana largo y sólo querían estar echados.
Con una noche repleta de estrellas, antes de las 23 hs, estas chicas dormían plácidamente tras un pequeño episodio de claustrofobia de esta chica que hace unos años ya que no dormía en carpa.
Continuará...

3 comentarios:

Selfish Fish dijo...

Con las rueditas puestas!
Qué caras las milanesas!
Esta chica va a volcar por betacarotenosis !

Idealista Irredimible dijo...

Muy buena la primera experiencia de ruta! Pero tienen que hacerlo con mochilas y carpa! Pa q sea más real, vio?
Creo que este viaje les dará la posibilidad de sacar muchas fotos de cartelitos buenos por ahí, para ir subiendo al blog cartelesycartelitos.blogspot.com ya que me lo tienen muy abandonadito... (yo tb, pero bue, estaba haciendo una tesis che!)
Un abrazo a ambas, y no dejen de pedalear!

Anónimo dijo...

mirá con las bicis que teníamos te juro que suplimos lo de las mochilas, eh!